Desde hace poco más de una semana y como consecuencia de la situación de emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, se está imponiendo un cambio en la forma de trabajar. A la inmensa mayoría de empresas de diferentes sectores se les ha pedido que faciliten trabajar desde casa a sus trabajadores/as. Como consecuencia de esta situación la modalidad de “teletrabajo” está creciendo de forma vertiginosa.
Quisiera hacer una reflexión:
La evolución del trabajo siempre se ha visto asociada y condicionada por eventos, situaciones sociales y políticas que han ido generando transformaciones y procesos de cambio. Estamos en la era digital donde avances como la inteligencia artificial conllevaran cambios en la forma de trabajar.
Hoy nos encontramos en un entorno en el cual los avances tecnológicos cumplen un rol fundamental en la ejecución de la mayoría de los trabajos que se realizan en el mundo. En este periodo de “Revolución Tecnológica” se potencia la mundialización de los mercados, la generación de nuevas formas de trabajo y la necesidad de perfiles profesionales altamente tecnificados.
Según datos de un estudio realizado en 2017 por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y la Eurofound (Fundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y trabajo) en lo referido a la implantación del teletrabajo y del trabajo flexible, España estaba muy por debajo de otros países de Europa y de la OCDE, únicamente un 13% de las empresas españolas ofrecía a sus colaboradores esta forma de flexibilidad laboral.
Los avances tecnológicos y la globalización permiten y recomiendan la implementación creciente del teletrabajo.
Los beneficios son evidentes tanto para las organizaciones, como para los/as trabajadores/as y para la sociedad:
- reducción de costes,
- reducción del absentismo,
- contribuye al cumplimiento de la LISMI,
- reducción de accidentes laborales in itinere,
- reducción de emisiones de gases de efecto invernadero,
- optimización de recursos,…
Sin embargo, hay barreras evidentes, entre las que podemos citar la falta de tecnología adecuada, la formación necesaria para un uso efectivo de las herramientas, el soporte tecnológico o las implicaciones jurídicas.
Se mantienen diversos interrogantes relacionados con:
- los puestos susceptibles de teletrabajar,
- el perfil psicoprofesional
- las competencias adecuadas de las personas que acceden al teletrabajo,
- el estilo de liderazgo que requiere,
- los valores de la organización….
A pesar de que el teletrabajo es una alternativa muy atractiva con una relación coste-beneficio muy positiva, en el momento de la implementación del teletrabajo hay dos factores clave de éxito:
- Vencer la resistencia al cambio
- Generar compromiso empresa – trabajador/a.
A modo de conclusión os planteo el interrogante que se me genera:
¿La presión a la que nos ha sometido la amenaza del COVID-19 ha conseguido vencer la resistencia al cambio y generar un mayor compromiso empresa – trabajador/a?
Tanto si la respuesta es afirmativa como negativa os invito a sumaros a mi reflexión:
¿de qué forma esta situación contribuirá a movilizar el cambio de paradigma en la relación empresa-trabajador/a?
Àngels Verdú Diaz